Los pagos diferidos y las compras “a meses sin intereses” son uno de los ganchos más populares que ofrecen bancos y tiendas. A primera vista parecen una oportunidad increíble: llevarte lo que quieres hoy y pagarlo poco a poco sin que el monto se sienta en tu bolsillo. Pero detrás de esa aparente facilidad se esconde un mundo de matices que pocos conocen y que pueden afectar seriamente tus finanzas si no los manejas con cuidado.
Un pago diferido no es magia: lo que ocurre es que el banco asume el costo de tu compra y tú te comprometes a pagarla en cuotas más pequeñas a lo largo del tiempo. Esto funciona tanto en compras “a meses sin intereses” como en planes con interés incluido. El atractivo está en que el gasto grande se convierte en algo más manejable, pero si acumulas varias compras diferidas, puedes terminar con una suma difícil de controlar.
El éxito de este modelo se basa en el llamado “efecto del dinero invisible”. Al dividir tu gasto en pequeños pagos, el impacto psicológico es mucho menor. Comprar una pantalla de $12,000 pesos duele más que pensar en 12 mensualidades de $1,000. Esa percepción es lo que hace que muchas personas gasten más de lo que realmente pueden.
Aunque técnicamente no pagues intereses, hay un costo implícito: al comprometer tu línea de crédito en compras diferidas, reduces tu capacidad para otras oportunidades. Si mañana surge una emergencia, puede que no tengas espacio suficiente en tu tarjeta para afrontarla. Además, en algunos casos las promociones están infladas: el precio final que pagas en “meses sin intereses” puede ser mayor al que obtendrías pagando de contado con un descuento.
El verdadero riesgo aparece cuando no cumples con los pagos mínimos o te retrasas. Una sola mensualidad no pagada puede convertir tu compra “sin intereses” en una deuda con intereses moratorios altísimos. Así, lo que parecía un beneficio se transforma en una bola de nieve difícil de detener.
Los pagos diferidos tienen sentido cuando los aplicas a bienes que realmente usarás a largo plazo, como electrodomésticos, muebles o tecnología. Usarlos para gastos cotidianos como ropa o cenas puede ser un error, porque terminarás pagando algo que ya no disfrutas.
Llevar un registro de todas tus compras diferidas es esencial. Saber cuánto de tu ingreso mensual está comprometido te permite evitar el sobreendeudamiento. Una regla útil: no destines más del 30% de tu ingreso mensual al pago de deudas. Los pagos diferidos no son malos en sí mismos; de hecho, pueden ser una herramienta útil si se utilizan con planeación. El problema surge cuando se convierten en la excusa para gastar sin pensar. La clave está en recordar que el dinero no desaparece, solo se pospone el momento en el que tendrás que sacarlo de tu cartera. Y en ese sentido, tu mejor aliado es la disciplina financiera.
29 de ago de 2025
Lee aquí la nota
28 de ago de 2025
Lee aquí la nota
21 de ago de 2025
Lee aquí la nota