Cuando se trata de hacer crecer tu dinero de forma segura, los instrumentos de renta fija como los bonos y los Cetes son dos de las opciones más populares. Pero aunque ambos implican menos riesgo que las acciones, tienen características distintas que los hacen más o menos convenientes dependiendo de tu perfil de inversionista.
Los Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes) son instrumentos emitidos por el gobierno mexicano para financiarse a corto plazo. Al comprarlos, tú le prestas dinero al gobierno y este se compromete a devolvértelo con un rendimiento determinado. Son considerados de bajo riesgo porque están respaldados por el Estado y sus plazos van desde 28 hasta 364 días.
Los bonos también son instrumentos de deuda, pero pueden ser emitidos por gobiernos, empresas o instituciones financieras. Ofrecen pagos periódicos de intereses (cupones) y devuelven el capital invertido al final del plazo. Su duración puede ir de uno a más de diez años, y dependiendo del emisor y del riesgo involucrado, ofrecen mayores o menores rendimientos.
Si estás buscando una opción de inversión segura, líquida y a corto plazo, los Cetes son una excelente alternativa. En cambio, si puedes dejar tu dinero invertido por más tiempo y estás dispuesto a asumir un poco más de riesgo a cambio de mayores rendimientos, los bonos pueden ser la mejor elección. Diversificar entre ambos también puede ayudarte a equilibrar seguridad y rentabilidad.
Tanto los Cetes como los bonos son herramientas valiosas para proteger y hacer crecer tu dinero. La clave está en entender sus diferencias y elegir en función de tus objetivos financieros, tu horizonte de inversión y tu tolerancia al riesgo. Una buena estrategia empieza con información clara y decisiones conscientes.
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